Derrapando y con los pelos alborotados llego al último MiMi del Club de las Malas Costureras del 2017. Llego in extremis pero contenta, porque esta mañana no tenía ni patrón, ni tela, ni inspiración. Y de repente: Ta-chán: la Musa vino a visitarme y dicho y hecho.
Me he acordado de que tenía esta tela estampada pidiendo pista desde el Sewing Camp. Es una tela que cambié con Esther de El Didal al dit, y daba justo para un vestido. Mirando entre los patrones, me daba una pereza brutal ponerme a calcar o a montar y cortar. Y de los que ya están listos, todos exigían de un tiempo del que no disponía, si quería llegar a mi cita costuril de los miércoles (todo sea por tener opciones de llevarme esa fantástica cesta, jeje).
Así que, he pensado que lo más fácil era fusilar un vestido que me gusta mucho, pero que ya está hecho un andrajo. Y ya de paso, estrenaba mi nuevo rollo de papel Kraft blanco, que le pedía a Papá Noel, para poder patronear sin preocuparme de si tendré material suficiente.
He hecho un par de pequeñas modificaciones para adaptarlo más a mi talla y antes de comer, ya estaba listo para ser estrenado esta misma tarde (había que hacerle fotos).
Y con este vestido tan floreado en tonos rojos y granates, me despido del 2017, deseándoos todo lo mejor para el Nuevo Año; que seguro que será feliz y productivo. Tengo pendiente aún mi post del Sewing Camp, que es con el que tengo previsto estrenarme en 2018; así, seguro que lo empezamos con buen pie.
¡¡Hasta el año que viene!!