En momentos de crisis he aprendido a pedir ayuda; un proceso que me ha llevado tiempo, pero que finalmente ha dado fruto y ahora afronto las cosas con otro ánimo y disposición.
Y eso es precisamente lo que me pasó con esta camiseta. Que he tenido que pedir ayuda, aunque sea a una minimuñequita del país de Geyperland. Se trata de un proyecto que forma parte de un curso monográfico que realicé con La Pequeña Aprendiz, sobre la overlock, esa gran desconocida para mí.
La idea del taller era aprender a utilizar la máquina cosiéndote una prenda, y Sonia nos propuso esta camiseta. Supersencilla y rápida de hacer: dos ingredientes esenciales para que a mí se me complicase el proyecto (parece que me llaman con campanillas, jajaja).
El primer reto fue afrontar traspasar el patrón a esta tela de camiseta tan finita; ¡¡se movía por todas partes!! El segundo, fue meterle tijera: ¡¡qué difícil me resultó no pegar «bocados» a la tela!! Hay tramos que parece que los he cortado con una tijera de picos.
Y el tercer reto y el peor para mí fue meterla en la máquina. Algo pasa con mi aguja de la izquierda que hace que constantemente se desehenbre o se rompa el hilo. Y cuando esto no pasa, tramos de no más 10 cm., pues la costura no es limpia. Si alguna tiene idea cuál puede ser el motivo os agradecería mucho que mi iluminaseis, porque no es problema de nada evidente (tensiones, reglaje, etc.).
La tuve que coser con tres hilos, y aunque todo ha ido mucho mejor, las costuras se me siguen abriendo. De hecho, quedaba tan mal que decidí pasar después la máquina plana para cerrarlas. Obviamente, tampoco he sido muy ducha en esto, y mi ayudante, no ha tenido reparo en mostrarme los tramos feos.
En cuanto al cuello y los bajos, qué decir, salvo que fatal de los fatales. El cuello sí que me dio tiempo coserlo en el taller, y conté con la ayuda de Sonia. No me resultó difícil, pero podéis ver que no es ni de cerca, regular. Por unos tramos es más ancho que por otros. Habrá que practicar más.
Con respecto a los bajos os voy a confesar que he sido una cobarde. Con todas las pruebas de ajustes y demás que estuvimos haciendo en el taller hasta que al final decidimos coser a tres hilos, no me quedó tiempo para terminar el proyecto; lo que ha condenado a mi camiseta a más de un mes de clausura en el armario de las telas.
Pero como me he propuesto terminar las cositas que tengo a medias antes de empezar otras, la «metí mano» este finde. Como ya estaba yo sola, y empecé a agobiarme, corté por lo sano y ni remallado ni doble aguja para rematar ni nada. Zig-zag y listo. ¡¡Qué vaga soy!!
Sé que no es lo mejor. Pero con este proyecto he aprendido muchas cosas, aunque viendo el resultado final no lo parezca, jeje.
1.- Hay que mimar todos los proyectos. Cada uno es importante en sí mismo y siempre nos aportan algo nuevo.
2.- Los remates son importantes; quizás lo más. Un mal remate tira por la borda todo el trabajo anterior.
3.- Son sólo telas, agujas e hilo ¿por qué tenerlas miedo? ¡¡¡Yo estoy al mando!!!
4.- Aunque el resultado final no me convenza nada, ese pedazo de tela llegó a mi casa en un pieza entera, dentro de una bolsa y ahora, me acompaña a la compra y a pasear a la perra por el campo. Una transformación de la que yo soy la artífice.
5.- Con ayuda y compañía, aunque mida 2 cm, todo es mucho más llevadero. Pensar en publicar y participar este jueves en RUMS, también me ha servido de ayuda y compañía.
Y como todos los jueves, deseando llegar a casa para ver vuestras creaciones, y que se me caiga la baba con ellas.
Uff!!! Qué largo me ha quedado hoy. Sorry!!